LA TERRIBLE LUCIDEZ DE LOS OBJETOS PODEROSOS


Un objeto poderoso es aquél que engendra poder y de hecho, el único poder que esa clase de objetos poseen es el de engendrar poder, el de ser una especie de semilla o espora flotante suspendida donde casi no hay viento, hasta que lo hay. Es como un aparato conservado en criogenia, hasta que el demasiado calor de las situaciones externas, ese calor que tal vez sin querer generan esos otros poderes, despierta o activa su razón de ser. Como sea, un libro es un objeto poderoso, aún no puedo creer por completo la gran influencia que un montón de tinta decodificada en un papel logra causarnos. Apenas imagino como se incuba el desdén de los suburbios de la inteligencia. Todavía no considero plenamente útil la escritura, pero incuba cosas. La escritura es un exceso de vida, una inversión afortunada de algo que se tergiversa siempre.

Habrá sin duda otros objetos poderosos, como las imágenes míticas, hay quienes incluso aseguran que del género lo que resta es una imagen mítica, habrá también quienes crean que el género reside en el cuerpo, en su capacidad, en su poder para reproducir. No dudo que el cuerpo utilice tal sabiduría para chantajearnos. 

Hay también intenso poder en la memoria, por ello se han inventado mecanismos panópticos y registros de población, por ello existen los secretos, las llaves y los guantes de látex que evitan el contacto con mecanismos infecciosos, que cambian el flujo de los procesos de la evidencia. Recordar para eliminar y registrar para prevenir son los pretextos para que los documentos existan. Pero la memoria da certezas que son difíciles de sostener y que no pueden ser consideradas como evidentes.
La memoria es más terrible, incluso, que el documento.

Del proyecto SUPERCOMPRIMIDOS, Textos de alta velocidad.

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