LA AUSENCIA DE TACTO

Diógenes Larecio dice sobre Biante de Priena que “a un hombre impío que le preguntó qué cosa es la piedad, no le contestó nada; y cuando este le preguntó cuál era la causa de no responderle, dijo: Callo porque preguntas cosas que no te pertenecen”. Así hay muchas anécdotas de respuestas tajantes, unas de Biante, de Heráclito, de Diógenes de Sínope. En cambio, en el medio artístico actual abunda el tacto. Se hace por llevarlo bien con todos aunque no todos lo merezcan.

¿Qué es el tacto (verbal) si no una muestra de retórica? Una tolerancia justificada en cuanto a un concepto mal comprendido de la diplomacia. La diplomacia es hermosa, el tacto no lo es. El tacto verbal no es necesario cuando la diplomacia es entendida como lo que es, cuando está unida al pensamiento franco. Aún así, la franqueza no sirve de nada cuando está tramada con la ignorancia, y tristemente, el ignorante es el único que tiene relativo derecho de no saber que lo es, peor aún para el que se apega a la arrogancia. Quien, de todos los oficios posibles decide dedicarse al más abstracto, a pensar, tiene doble trabajo por hacer, el de hacerse de los medios necesarios para conocer, sin perder novedad, y también el de hacerse de los medios precisos para evitar la presunción. La falta de tacto de alguna manera se origina siempre en el ignorante, que, visitando las mismas escuelas, viviendo en el mismo estado, teniendo los mismos medios, a veces teniendo más, se deja ir por la facilidad, la tontería y el ocio.

¿Cómo se origina la ausencia de tacto? Por medio de la imprudencia del otro, por medio de la imbecilidad. Esta ausencia no se encuentra en ningún sentido justificada ni por argumento, es una bajeza producida por otra, el que piensa se enfada por verse obligado a la bajeza, la ausencia de tacto es una obligación, literalmente. Es una situación irremediable. 

Motivado en el escrito de Ikram Antaki “Ser escritor en México”

Ser escritor en México. Por IKRAM ANTAKI

París: el Salón del Libro

"No se puede ser a la vez embajador de Francia y poeta", decían los surrealistas a propósito de Paul Claudel. Sin embargo, el autor de "La zapatilla de satín" fue ambas cosas, como Saint John Perse y como Octavio Paz. El escenario de la vida pública está lleno de grandes escritores, y las frasecillas que pretenden enunciar principios y verdades no son más que paja frente a los castillos de la literatura. Gustamos de la paja, nos colgamos de textos que no hemos leído, para enunciar leyes que queremos imponer. Somos, los literatos de hoy, más policías que autores; muy modestos cuando se trata de escritores de otros siglos, nuestras dificultades empiezan con nuestros contemporáneos, los de nuestra generación. Nuestros cadetes sólo parecen tener encanto cuando nos imitan; nuestros mayores, a veces, tienen el mérito de descubrirnos. Al envejecer, todos mejoramos un poco; nos volvemos antiguos combatientes, habiendo atravesado esta gran tierra que es una existencia, y esta interminable guerra que es una carrera. A veces, descubrimos que la gloria está llena de cenizas y que el crédito de tal o cual no pasa de su generación.

A mí me ha tocado un periodo particularmente mísero. Los ex del 68 se han vuelto rentistas de su propio militantismo, cultivan los dogmas, viven en guettos y cubren el escenario nacional a través de una tubería mediática que hace creer en su predominio sobre la literatura de su tiempo. Un pensamiento de corte periodístico culmina en la vida pública diarios, radio, TV, mundanidades, multimedia, logra transformar en gran mística una subpolítica, en libertad el fanatismo y la obediencia, en humildad el orgullo. Al frenético se le llama visionario, y mesías al hombre más banal: libros, crítica elogiosa, premios y reconocimientos siguen.

Pocos son los que se alejan del rebaño; no les falta valentía. Habrá que saludar la obstinación que ponen en resistir a las sirenas del presente y pensar a contracorriente. Combatientes orgullosamente solitarios, dicen las cosas como las descubren, no como las imaginan a priori. Su "casa (no) es la palabra", como dicen los tontos; han aprendido a sus costillas la fragilidad de esta palabra que procede por medio de arrepentimientos, sucesivos y tanteos infructuosos, para tratar de expresar en vano la búsqueda agotadora de la expresión. Tienen en Baudelaire a un gran maestro: "Quiero estar en cualquier lado, con tal de que sea fuera del mundo", decía. La sociedad lo horrorizaba; del caos de su vida nacieron obras maestras. Yo no deseo, ni propongo que los escritores de mi tiempo y geografía se inscriban en margen, sino en paralelo a las grandes corrientes de su época. La literatura debe tratar de pensar la actuación de los hombres, distanciándose de ella, y la ironía tiene más peso crítico que la vindicta. Hay una literatura de gran señorío que se funda sobre la mentira, porque ha descubierto a tiempo que la vida es una fábula. ¡Bendita sea! Vale escribir sobe una abadía medieval en pleno siglo XX.

Hay otra literatura que sabe, con Dostoievsky, que el hombre es un misterio y que hay que elucidarlo. Entonces, todas las fuerzas del mundo, las más terribles, las más bellas, se introducen en la obra, que no busca atestiguar de nada. Hay una literatura retrospectiva, que hurga en el inmenso palacio de su memoria, para encontrar a un solo hombre, un yo inexprimable, "hijo de su tiempo, hijo de la increencia y de la duda" (Dostoyevsky, otra vez), que se pasea solitario a través de sensibilidades múltiples y épocas diferentes, emprende un diálogo prematuro con la muerte, y se vuelve grande tanto por lo que escribe como por lo que no ha podido decir o que no ha logrado publicar. Este hombre raro, no lo he encontrado aún en la literatura mexicana; no he encontrado este artista muy grande cuyo cuerpo es un efecto del alma, aquel frente al cual hay que vestirse por respeto. Dicen que Maquiavelo, antes de toda lectura, vestía como para una cena de gala. La verdadera literatura acaba siempre por ser una ceremonia. No importa qué quiso decir el autor en el fondo, o qué es lo que entendemos: un texto acaba siempre por escapar a su padre. Pero existe, en la herencia de los hombres, un momento en que otros hombres anónimos puedan abrir los libros, olvidar así toda miseria y, sin el menor tedio, dejan de temer la pobreza e incluso la muerte. Este momento glorioso es la prueba de la gran literatura.


Carta cuarta

No es que nosotros a veces parezcamos máquinas, el ser humano erigió máquinas a su imagen y semejanza como cuerpos complejos que requieren de cada uno de sus órganos. Cundo se concibió el golem, cuando Carel Kapek uso la palabra “robota”, designando así a unos humanoides autómatas, la noción de síntesis era desconocida, había sido muy ambiguamente tratada por la alquimia.

¿Qué es la síntesis? Es una reorganización o una producción completa, es la desmantelación de los códigos de una sustancia que es presentada en abstracto, o bien, para producirla de nuevo en base a su configuración al fin descubierta. Al fin abierta.

El golem, el robot, el mismo cyborg, son, todas, imágenes míticas que preceden a la síntesis, ésta, es la reinvención de la naturaleza. El proyecto del cyborg parecía dedicarse a asimilar un humanoide, un cuerpo humano lo más parecido a este. Pero no hay nada más parecido a un humano que otro. Entonces todo se trató del código, la clave, la llave. El clon humano es el humano sintético, el humano idéntico. La revuelta de la producción. Esta es una diferencia crucial entre sintético y artificial: toda síntesis de obtiene artificialmente, pero no todo artificio es síntesis.

Ahora, lo curioso, lo profundo, es que la imagen de cyborg no desaparecerá, entrará en esa multiplicidad de imágenes. Pero es más curiosa esa obsesión de la ciencia por alcanzar algo que ya no es, que no es si no ahora, y ahora siempre. El científico es como una caricatura de un Isaac Assimov que concibió un J.L. Borges en un sueño.

Sobre la máquina I

(Escritos antiguos.)

Últimamente, con más impulso, me he visto en la necesidad de comprenderme a partir del otro, y a partir de mí como otro que observa una máquina, como un mecanismo físico, funcional, con una cualidad excepcionalmente arquetípica, cuyo espacio concreto es un ser constructor, lógico, técnico, organizado. Doy este sentido a logos y techne, para dar a la construcción que pude ser teórica, filosófica, política, física, objetual, un espacio más allá de la ciencia, y si el arte como planteamiento, no lo permite, más allá de esta. El arquetipo de la máquina es incesante, escurridizo y cambiante.
Desde que el golem se convirtió en mito, hasta la idea moderna del robot, el mayor temor de la humanidad constructora de máquinas era el de la posibilidad de la conciencia ontológica de estas. Me encuentro en un momento y movimiento de emancipación, por muy sutil que sea, la necesidad de obligar a la imagen arquetípica de la máquina a hablar de sí misma y de evitar que su atención se centre en otra cosa que en sí, de admitir su composición como flujo no contenible en mi persona, flujo del cual soy solo cómplice. Sólo en el flujo nos hemos podido encontrar.  Esto quiere decir, y lo dogo casi con asombro, casi con familiaridad, casi lo digo “yo”, que si la máquina no trabaja es invisible y, necesariamente, que si trabajo en algo, realmente lo hace la máquina. La máquina que habla de la máquina, sitio en el cual me encuentro como un tercero.

SERIE DE PATRONES-MANCHA


¿Existe diferencia entre pasión y obsesión? No lo se. No creo que mucha. Me he dedicado los últimos diez meses a esta producción en serie de patrones compositivos, en oleo sobre papel, contemplando cada pieza con la misma novedad, deteniéndome solamente cuando ya no resta una superficie dónde ponerles. Es difícil saber cuando detenerse, creo que todo el arte abstracto, está basado en la identificación del momento de parar. Dependo de ese momento, no solo en cuestiones de arte.
Han llamado principio de incertidumbre a falta de otra manera de comprenderlo, a un comportamiento secreto de la organización de la materia que hace que, al formarse las huellas digitales, al crecer las ramas de los árboles o al cristalizarse las rocas y los copos de nieve, no sean nunca iguales. Una gota de agua sobre nuestra mano puede tomar cualquier dirección y casi nunca la misma, su movimiento es impredecible. En esta gran serie de unas 500 piezas, encuentro con una novedad constante que esa incertidumbre puede ser conjugada con algo artificial como la producción, la composición y el arte. Se han encontrado patrones cada vez más elementales.  

Carta tercera

No se por qué escribo esto. Nadie lo sabe con exactitud. Es como un vicio, como una enfermedad.

Dicen que en la Grecia del siglo IV a. C. se inventó la verdad, el concepto de verdad, hoy usamos la palabra verdad con indiferencia, pensamos, a veces, si nos queda algo de tiempo en el día, en la realidad pero rara vez en la verdad.

No se si aún dentro de un rato, pero ahora me interesa, no la realidad, si no la verdad. Escribo ésta carta para decir que no se por qué escribo esto, porque la escritura es documento, pero yo rara vez he admirado que algo sea documentado, entonces creo que hay algunas cosas más, en la escritura, que simplemente lo que se escribe.

Pero todo esto con lo documental, toda esta problemática, no tiene que ver con ninguna noción sobre la mentira o la falsedad de algo, si no con el retardo. Todo lo escrito se lee demasiado tarde. Aún sin saber si lo que uno escribe será leído, uno lo hace incondicionalmente. No tengo idea de lo que sucederá conmigo, pero no tengo razones para no continuar, así que continúno, pensando, siempre en un momento actual y pocas cosas más, sin embargo desde hace un rato en la tarde de hoy, había ya tomado decisión de no salir y de dedicar este par de horas que he pasado ya con ésto, deliberadamente, escribiendo las presentes líneas, que son pocas, pero creo que suficientes.

Muchas veces he preferido escribir que vivir una vida, no para todo hay tiempo, no hay drama en eso, si no deliberación. No creo en el tiempo por que no creo en la certeza. Lo único que considero más o menos cierto, más o menos tangible, es eso que suelen llamar “presente”, y ésto que justo acabo de decir me hace llegar al fin al punto:

La escritura, es una ambigua manifestación que pertenece, más que otras, a la actualidad. Nada le sucede después.

SERIE 2


SERIE 2
Serie 2
Los originales (Serie 1) están hechos en óleo negro marfil sobre bond blanco,
fueron escaneados y digitalizados con colores invertidos, de negro sobre blanco, a blanco sobre negro.
14x14cm
2009

Posted by Picasa
Posted by Picasa
Posted by Picasa
Posted by Picasa
Posted by Picasa
Posted by Picasa
Posted by Picasa

La primera página

El documento es un deseo exagerado de preservar lo que ya no es.

Este libro se dedica sobre cualquier otra cosa, a negar el documento. Siempre que se lea será demasiado tarde,
habrán pasado ya muchas otras cosas.

Este libro es un documento.

EPITAFIO

Aquí yace la verdad,
cualquier otra cosa que escuches o leas sobre mí probablemente es mentira.

OVERTURE


Este ensayo es sobre la pasión, sobre la soledad discursiva y sobre las orillas del mundo. Este escrito, suceso que es único a pesar de su referencia constante, debe ser sincero y con ello me refiero a que debe ser franco, lo más explícito posible, lo menos hermético, no debe haber ningún camuflaje ni rodeos, ni superficies otras. Es así porque ningún libro debiera guardar ningún secreto, ni debieran decir unas cosas por medio de otras. Este escrito está lleno de lujos y aunque pudiera parecer más extenso de lo debido, es muy económico en cuanto a que no oculta nada, el tiempo que el lector usualmente ocupa en descifrar cosas, lo puede usar en dormir.

Uno de esos lujos es el de tomarse la libertad de hablar de Estética sin leer sobre ella. Pero es un lujo, no un capricho. Hay una idea muy importante sobre el tiempo en la escritura: que no lo hay. No hay tiempo suficiente. Estuve pensando, y con ello perdiendo un poco el tiempo, en que si escribo sobre un par de temas por año, requiero de al menos veinticinco a partir de hoy, para escribir sobre cincuenta temas distintos, eso es demasiado para muy poco. Uno tiene que tomar decisiones fuertes al respecto, y debe decidir detenidamente qué leer. La más difícil decisión de todas es la de elegir entre leer o escribir. Este escrito es sobre por qué elegir la segunda. No obstante escogí algunas lecturas que siento imprescindibles sobre Estética, entre ellas, lo que he leído de Arthur Schopenhauer ha sido lo más relevante. Este escrito que hoy escribo, el lector lo lee hoy, ese hoy no lo compartimos.

A lo largo de éste trabajo que no es investigativo si no de introversión, pues se dedica por sobre todas las cosas a lo interior porque la Estética se dedica a ello, se irá viendo que esa libertad de encontrar la estética sin recurrir a los libros que se acostumbra para ello, se debe precisamente a lo que acabo de decir hace unos momentos1.

Hay que desmembrar las ideas que le rodean, las máquinas que le producen, la manera en que nos envuelven, escribo aquí sobre algunas de las cosas que me envuelven. El lector común es el principal aquí, el lector especializado no debe hurgar ni asumir cosas que no estén sucediendo en la prosa, no debe buscar sentidos ni síntomas, seré explícito para ahorrar ese tiempo que no se tiene, si aún así, el lector especializado intenta escudriñar algo más, estará perdiendo el tiempo. No tendrá manera de probarlo. Nada de eso es necesario, porque escribo aquí (nótese) de mi propia soledad, ahórrese esa clase de juicio, léase esto y aprovéchese también mi tiempo, porque a veces he preferido escribir, que vivir una vida.

1 Una pista: el interior.


Obertura, extraído del Ensayo

"Al borde de la Estética", 2009.

Carta primera Parte I

Vivimos en una época en la que los discursos se desbordan sobre nosotros, nosotros mismos nos volcamos dentro de las palabras, me resta siempre de dichos instantes el recuerdo voraz de esa intensa relación pasional. Yo, hoy siento una enorme emoción al escuchar la palabra vanguardia, siento cómo el gran vacío que le ha venido acompañado desde hace un rato, se empieza a llenar gota a gota, por unas gentes que se son casi invisibles entre sí, y que sin embargo coinciden eventualmente por obra del discurso que no cesa de moverse, entonces recuerdo la profunda verdad que encierra la expresión “no hay coincidencia en el discurso”. Tengo un conjunto de necesidades elementales, no todas muy nítidas, una de ellas consiste en retornar al vértigo vivaz de lo que esa maravillosa palabra constituye, en su entramado verdadero, en su médula. ¿Entonces esto es siempre sobre cuestiones medulares?: Absolutamente. Esa sería por supuesto una deliciosa definición de densidad, cuando uno posee escasas cosas más que su propia relación con los discursos y con las ideas, es esa la densidad de la que el propio cuerpo consta, la densidad de las cuestiones medulares, siempre riesgosas, pendiendo de hilos delgados. Como sea, hasta la telaraña más resistente consta de hilos finísimos, me he dado a veces el lujo de nombrarle trama a ese tejido, como el nudo de cualquier narrativa, esa densidad es nuestra trama, ese despertar lentísimo y múltiple es perfectamente evocado por la expresión “algo se trama”. No se cómo son las cosas hoy que lees, pero hoy, tratamos, algunas gentes, de jugar con fuego entrometiéndonos en esa trama pesada, el tejido de lo que constituye cualquier clase de relación discursiva, es decir, de tu cuerpo con tus palabras, de como tu cuerpo se mueve con las palabras del otro, le suelen llamar la tela del juicio.

Carta primera Parte II

En estos momentos, incluso la noción de lo que es un combustible, ya ha cambiado, esto a qué va, a que ya se ha aceptado en diferentes espacios por diversos motivos, que somos máquinas, y ese movimiento es un retorno, ya que que como sabrás, eso que llamamos máquinas, el artífice, está hecho a nuestra imagen y semejanza. El combustible reactor que sostiene a todo aquél que se ha internado en la tremenda búsqueda de esa hermosa palabra (vanguardia), es obviamente, otro concepto que maravillosamente han llamado sospecha. El síntoma primero de ese nuevo momento, momento que no es otra cosa que la entrada a un espacio diferente, es la intranquilidad que produce un momento de sospecha, no sabemos aún en este tiempo el punto exacto en que las luces se prenden y los cables se conectan para que la sospecha reaccione y el motor de nuestra pasión por todo eso que no esta claro se encienda, pero produce un movimiento ineludible. Pero hemos retornado, eso lo se, a una extraña y novedosa concepción de confianza recién entramada. Confío en la imagen de una pequeña narrativa inspirada en un juicio lógico que los científicos, como siempre, considerarían una verdad absoluta, "cualquier movimiento nos lleva a algún lado". Estas pequeñas fórmulas aún podemos usarlas, por evidencia a veces, a veces por lujo, siendo en este caso las variables "cualquier" o "algún", cuya opreacion se constituye por la palabra movimiento. Tal operación no es otra cosa que una flecha, cuyo rumbo se va tejiendo, justo ahora, en muchos lugares a la vez, la inmensa mayoría de ellos, los ignoro aún. Es necesario aclarar esta clase de relacion que tenemos con las cosas y con esas operaciones, porque son escasas las fórmulas como estas, realmente evidentes, ya que el procedimiento que seguimos no encierra, o encierra muy poco del concepto progreso, que es precisamente la médula espinal de la ciencia, finalmente nos hemos separado, y es una manera amable de decir que hay un odio terrible entre nosotros, entre avance y tautología.  sucede lo mismo con el concepto vanguardia. 

Carta primera Parte III

Cuan complicado es, dirás, que siendo opuestos, cuando a lo tautológico conjuntas el desarrollo de la técnica sucede lo que la filosofía más ama: una relación con el infinito. No dudo que todo se haya movido cuando leas esto, todo se mueve justo ahora, pero al menos hoy, al menos para unos cuantos esa separación ha sido inevitable, la confianza se ha perdido y el sentimiento es mutuo, los científicos no confiarían jamás en un mecanismo tautológico, ensimismado, porque está fuera de sus reglas. Nosotros no confiamos, no hoy, en la fantasía del avance. 


Esto se pone interesante, entonces ¿En qué consiste la belleza de esa palabra? (el avante, la vanguardia) la pregunta lo ha dicho, el tema central es la consistencia, quienes simpatizan de su belleza, se dedican a hablar de la consistencia del cuerpo, de la consistencia de las palabras, de la consistencia de nuestra naturaleza artificial o discursiva, pero todo ello, sin separar los objetos, sin asumir objetos verídicos que no consten de esas pequeñas narrativas suficientemente evidentes. Sin duda que ambas versiones se encontrarán en la tela del juicio, escazas reglas de un juego antigüo son lo único que comparten, el resto de ambos pertenece a codigos distintos que de hecho no podrían confrontarse. La versión de esta dichosa vanguardia consiste en que el documento ha encarnado un inmenso poder que la ciencia le ha conferido (con la palabra documento me refiero, también, a identidad), y que sin embargo, aunque la ciencia siembre multiplicidad de pruebas, en base al mismo sistema elemental del juicio sabemos que dichas no son elemento suficiente, no al menos para asumir muchas de las cosas que hoy se dan por hecho, eso, claro, es inaceptable y ridículo, porque la ciencia había venido a dedicarse a lo visible, a lo evidente, ¿Qué sería de ellos si se dedicasen al vértigo de lo invisible, a las palabras?. Posees un grandioso derecho fundamental, derecho que nos une, el de desconfiar, pero seguramente, si algo has de creer cuando leas esto, es que muchas de las cosas que la ciencia, hoy que escribo, afirma, hoy que lees la ciencia misma las desmiente. Esa es una pequeña narrativa.

Escape

Cuando uno lee demasiado de un mismo autor, uno se pierde de sí. Por momentos. La escritura entonces se vuelve de puro sujeto. Raras veces he podido ver alguien leyendo alejado del exterior, y en esa imagen del individuo que se encuentra volcado por momentos sobre sí mismo y sobre un puñado de papel hay una mismidad de otro tipo, una que lo hace indistinto de ese primer sujeto, ausente. Es decir, el escape del lector como ensimismamiento no existe, o bien, no es completo; no es completo porque no hay sujeto ahí sobre el cual escapar. No existe tal ensimismamiento.
Esto no viene a otra cosa si no a la de que uno escapa (de lo que sea), y en esos momentos, supongamos, se vuelca sobre sí mismo. Eso es lo que pienso en general sobre el ensimismamiento, sin embargo, imagino que cuando uno se relaciona demasiado con la literatura de cierto autor, se ensimisma en él, y no sobre sí mismo. No se cómo puede haber ahí mismidad si en ese momento uno deja de existir. El escape es entonces una intención, siempre un acto de buena voluntad sobre sí, pero no se completa.
Escapar es verterse sobre sí mismo: introvertir. Pero a mí escape me suena a algo más lejano, “más allá de sí”, ésta modalidad del escapismo es la huída de sí. La concepción de nuestro sujeto es el objeto más cercano e inmediato y a partir de ahí, todo se encuentra allá afuera, bastante lejos: el mundo de los objetos es la obsesión del escape; también el mundo del otro.
Pero en ese movimiento de un supuesto momento inicial, donde había uno y no dos cosas, en ese desfasamiento o desliz, incluso deslinde de lo que se era antes de desprenderse de lo que el sí representa, o de lo que supuestamente el sujeto vendría a ser, hay una consistencia que resulta inaudita a estas alturas, una constancia de la imagen que para nosotros evoca el escape, una evocación del momento inicial (que procesualmente no existe). Este momento es la reiteración continua del desvanecimiento y el objeto constante, y de la opacidad del texto, éste individuo puede desprenderse, constantemente de ciertos objetos, pues están allá, a lo lejos; de ciertos acontecimientos que a su alrededor siguen su curso y puede no atender. Puede, incluso, emprender escape, y el escape existe. Pero uno nunca puede escapar a sus propias ideas.

Del proyecto SUPERCOMPRIMIDOS, Textos de alta velocidad

LA TERRIBLE LUCIDEZ DE LOS OBJETOS PODEROSOS


Un objeto poderoso es aquél que engendra poder y de hecho, el único poder que esa clase de objetos poseen es el de engendrar poder, el de ser una especie de semilla o espora flotante suspendida donde casi no hay viento, hasta que lo hay. Es como un aparato conservado en criogenia, hasta que el demasiado calor de las situaciones externas, ese calor que tal vez sin querer generan esos otros poderes, despierta o activa su razón de ser. Como sea, un libro es un objeto poderoso, aún no puedo creer por completo la gran influencia que un montón de tinta decodificada en un papel logra causarnos. Apenas imagino como se incuba el desdén de los suburbios de la inteligencia. Todavía no considero plenamente útil la escritura, pero incuba cosas. La escritura es un exceso de vida, una inversión afortunada de algo que se tergiversa siempre.

Habrá sin duda otros objetos poderosos, como las imágenes míticas, hay quienes incluso aseguran que del género lo que resta es una imagen mítica, habrá también quienes crean que el género reside en el cuerpo, en su capacidad, en su poder para reproducir. No dudo que el cuerpo utilice tal sabiduría para chantajearnos. 

Hay también intenso poder en la memoria, por ello se han inventado mecanismos panópticos y registros de población, por ello existen los secretos, las llaves y los guantes de látex que evitan el contacto con mecanismos infecciosos, que cambian el flujo de los procesos de la evidencia. Recordar para eliminar y registrar para prevenir son los pretextos para que los documentos existan. Pero la memoria da certezas que son difíciles de sostener y que no pueden ser consideradas como evidentes.
La memoria es más terrible, incluso, que el documento.

Del proyecto SUPERCOMPRIMIDOS, Textos de alta velocidad.

Ingeniería del deseo

La universalidad es fruto de los acuerdos que no se dan si no en el diálogo, las reglas de nuestro juego de enviar mensajes entre nosotros y con nosotros mismos, es una convención y un secreto.
Creo firmemente en el diálogo y en que el monólogo no existe.
Confío en que cuando uno se encuentra solo, en algún aspecto de su deseo, se divide en varios para poder dialogar.
Creo en el mutismo, porque en él existe la multiplicación y el desvanecimiento de uno mismo para hacerse posible en alguno de sus otros que logran materializarse en cualquiera de sus imágenes de sí mismo. Que le permiten abandonarse y rediseñarse.
Espero con paciencia a que el diseño de cualquiera de nuestras superficies sea la realización de esos seres discursivos y que así todos desconfiemos por igual de las credenciales y cualquier otro cuerpo de texto o de datos que ose definirnos.
Espero no encontrarme nunca si no en el otro. Espero la otredad con ansias. Deseo caminar siempre en reversa para ver cómo mis documentos no hacen si no envejecer y alejarse de mi actualidad, o al menos para tener decisión si quiero, de borrar mis propias huellas. Decisión y poder.
Deseo escribir a placer y ver en mi texto cómo es que discursivamente uno es nunca la misma persona y cómo ya no soy el mismo que se desprendió de la primera línea. Quiero ser un individuo textual.

Del proyecto SUPERCOMPRIMIDOS, Textos de alta velocidad

La Isla



Tenemos la imagen del naufragio como la de un momento en el que se separa del espacio común, tenemos la imagen del náufrago que se separa, claro, lo hace sin querer, y como se encuentra ahora fuera del espacio común, podemos decir que no sabe dónde está, agregaremos ese desconocimiento, no saber a veces incluso, como se llegó hasta ahí, tan lejos. Pero sólo momentos después de consumar esa imagen, se solidifica la del lugar por sí mismo, lugar que se supone está ahí, y se supone sólo hasta ese momento, que ha estado ahí desde antes, si se pudiera creer en el destino, se pensaría entonces que ese sitio predestina, que ha estado ahí esperando el momento, pero la literatura que edifica no puede permitirse ese lujo, ya que si lo hiciera se pensaría que es sólo cuestión de tiempo para que las cosas sucedan y no es así, las cosas no van a pasar si no hay movimiento, por el contrario es acerca del exceso de lo que no puede dejar de producir, de lo que no deja de desbordarse, por ello debe entenderse ese lugar como un lugar presente pero novedoso, como un lugar, al fin abierto.

La isla es ese sitio, está ahí, es en potencia, pero sólo eso. No solemos llamarle así porque le desvanecemos al decir simplemente “aislarse” o “aislamiento”. Finalmente hay que pensarle, hay que pensarle antes, concebirle, someterle, al menos tocarle, pero antes, ¿Concebirle por qué? porque qué más da, todo se somete a discurso tarde o temprano, “qué más da” porque la expresión es precisa, no ganaremos nada, ni tiempo, justo en éste momento suceden muchas cosas afuera y uno escribe y uno lee, uno ya es un volcán en potencia en medio del mar. Pero ciertamente de lo que sí se trata es de encontrar sentido más afuera de lo aparente, de tocar el movimiento, el metabolismo, de ver como cambia la sintaxis en la piel que se le cae a uno todos los días, de ver la vida verdadera, de asumirla en vida y no después. Esto es interesante porque hay que pensar todos los procedimientos de aislamiento como una fluctuación y como algo que no está escrito pero que "
se" escribe, en lugar de decir que "se" describe. Antiguamente se pensó que las cosas se leen, que se describen, que tienen un sentido y ese simplemente se ve o se conoce. No hablamos, ni tenemos porque hacerlo más, de conocer, hablamos de pensar. No estoy describiendo si no escribiendo. No estoy asumiendo, si no pensando. Suficientes cosas han sucedido para hablar de lo que se escribe y olvidar lo que se describe, el único momento que habrán de compartir antes de separar su código, es el del hallazgo, el hallazgo es el espacio común, y sin embargo en ambos códigos (pensar, conocer) el hallazgo es distinto, siendo precisos, completamente precisos, pensar en lo que se escribe implica decir que el hallazgo no tiene forma, es pura transformación, es puro movimiento, el hallazgo en ese sentido no se lee tampoco, no es una cosa que está ahí dada, es un momento, es una coincidencia, un encuentro de algo que no es otra cosa que el encuentro con el pensamiento que le someterá tarde o temprano a mismo y lo convertirá a su sintaxis para poder decir que eso (la isla por ejemplo) también se escribe. Entonces es sometido a discurso.

La primera vez que leí a Emile Ciorán descubrí algo que no esperaba, se que debe suceder eso para poder llamarse hallazgo o encuentro, lo leí y no pude concebir para qué escribía, no supe, no me pareció posible pensar que Emile Ciorán escribe para alguien, o que escribe para decir que es infeliz, no me parece que pudiera ser así de inmediata la relación del objeto y su naturaleza, con el medio y su finalidad. No me pareció que hubiera medio alguno. Me pareció más bien que no escribe para nadie, si no a causa de una necesidad vital, una necesidad última o única, limítrofe: es producción. Ha aparecido inesperadamente una noción de producción. La escritura es producción, no tiene nada que ver con la lectura, no son una sola cosa, ni las dos partes de un uno que han sido separadas para concebirse de nuevo. Para reproducirse uno requiere de otro, requiere de género, la producción en cambio es separación completa, genera una génesis completamente nueva, automática, mecánica, plenamente discursiva.

La escritura termina de inmediato y de tajo, todo lo que sucede después no le concierne, sucede demasiado tarde. Ciorán no escribe para darse a entender, no tiene destinatario, no le concierne ésto que escribo, yo no escribo ésto para usted.

STATEMENT


SOBRE EL SILENCIO
Todas las frases terminan en silencio. Pero qué sucede si todo lo que hay es silencio ¿Qué pasó con todo lo que tenía que ser dicho? ¿A dónde se ha ido? Éste es un fenómeno grandioso y fulminante. Fulminante es la omisión de los hechos. El silencio es un fenómeno discursivo, y cabe aquí preguntarse ¿Qué es el discurso, porqué hay discurso incluso en el silencio? Para entenderlo es necesario deshacerse de los límites del lenguaje y de los límites del cuerpo. El lenguaje está basado en una sintaxis gramatical, hay que imaginar y construir un esquema en el cual la sintaxis es corporal, ello tiene dos resultados poderosos:

a) Tenemos un poco más de posibilidades de libertad.

b) Nuestro contacto directo con las palabras nos hace más susceptibles a su efecto.

Ya hablamos de cosas fuertes cuando pensamos en que el efecto del discurso no es gramatical si no corporal, que el cambio en el orden del texto es un cambio en el orden de las cosas. Presenciar la desintegración de un documento textual es asumir que ese objeto no volverá a ser, y que se le ha denegado la posibilidad de la prevalescencia. Impedir que una cosa se diga es dar fin a una secuencia. Pero, así como es totalizadora la idea de que la obra de arte debe ser producida o presentada, y que esta misma debe ser el centro del arte, también es absurda la idea de que el escritor y el artista que trabajan con la idea están destinados a hablar y a escribir. Ese momento en que tal idea se verbaliza es importante. Por supuesto que conocer la relación entre el lenguaje y su relación con el cuerpo es indispensable para librar cualquier límite. El arte conceptual se originó en ese borde, y cuando se ha planteado dedicarse al desbordamiento de ideas ha tenido un delgado límite, un filo, o un hilo que teje su trama muy en conjunto con la filosofía, que no es lo mismo que decir que lo comparte con la teoría del arte. Es diferente porque el trabajo con el pensamiento por sí mismo es mucho más amplio. Pero es un grave error pensar que la formación de un individuo que rompe ese límite es la del caos injustificado, es una ingenuidad; desmantelar es sencillo, recordemos que todas las armas están destinadas a derrocar, pero esa libertad crítica, por decirlo así provisionalmente, lleva consigo la responsabilidad enorme de reconstruir cada día encima de las cenizas, es ahí donde lo complejo hace su trama. ¿Reedificar qué?, ni más ni menos, el propio cuerpo y las propias palabras. Hay que decir primero que el objetivo de la crítica y del juez es la toma de partido. Una persona que no desea o no es capaz de tomar partido es un ser que se lava las manos.

El arte que me interesa es ese que se construye sobre cenizas. Esas “cenizas” no son otra cosa que el resto de esos límites anteriormente inmunes, de esos mecanismos que se han mantenido intactos por encontrarse sostenidos por su retroalimentación inevitable, llámese a veces historia, a veces identidad, supuesta tradición edípica. Esta puesta en escena de un mundo donde lo inevitable se convierte en evitable, donde la enfermedad se evade, es indicio del terreno de las palabras que lo hacen posible. Ese “ser posible”, eso “concebible”, es el concepto, lo que se concibe, el horizonte de las cosas. 

En el silencio hay discurso porque proviene de una intención de encontrar el lugar del discurso. Esta idea ha sido crucial porque el discurso es un centro de poder. Y todo se complica porque el arte conceptual ha hablado desde siempre de relaciones de poder, pero implícitamente. Los centros de poder habían venido siempre siendo desde la antigüedad, el corazón y la sangre, el cerebro y la mente, el estómago y la reacción visceral. Pero todos esos centros se constituyen en el bios. El hallazgo crucial se funda en que el discurso no es bios, en que hay discurso aún en el silencio. Esa es la entrada accidental al pensamiento sobre el poshumanismo. 

El discurso no es bios, se dice que la substancia es lo que trasciende, las palabras son lo más trascendente en relación a un cuerpo, aún así el silencio va más lejos. Se dice que el arte conceptual ha tenido estrecha relación con ese pensamiento sobre lo poshumano, porque la idea cuando es valorada más que cualquier otra cosa, excluye al cuerpo. Pero el poshumanismo aún no existe, el poshumanismo es puro deseo, es horizonte. Tenemos ahora un elemento más en la trama, el deseo, y por consecuencia lo estético. Joseph Kosuth, como otros artistas afines al arte de lo eidético, rechazó la estética, pero el rechazo mismo es una manifestación estética, el amor por la razón es amor a final de cuentas. Se relaciona al arte conceptual con el poshumanismo porque propone discursos anti forma y anti materia. Pero el discurso es cuerpo. Al ser discursivo, mi trabajo es corporal. La producción que realizo es esa vuelta, esa recuperación del cuerpo a partir de que ya no es el mismo y que ahora es concebido por medio de su noción y su discurso, que ahora es modificado y rediseñado a partir de las palabras, que en ese horizonte es deseo.

Desde que me dedico a lo conceptual he acentuado que los discursos son lo más esencial pues de ello depende el resto de las decisiones, para hacerlo evidente decía que podía perder mis extremidades, la vista, el habla, el oído, y que mi forma de entender al arte seguiría siendo esencialmente la misma. Esa es una idea Cartesiana. Renatus DesCartes describía así la separación de la mente y el cuerpo, que los sentidos no eran en lo más mínimo relevantes para la razón, porque son engañosos y porque eso que hace el pensamiento sobrevive al cuerpo. Lo mismo me ha hecho recurrir a la escritura como técnica, en el camino de aclarar cómo es que la escritura puede ser arte de museo, he encontrado otros cuestionamientos que no pueden ser reducidos a problemas del arte. No puedo hacer un arte que centra su interés en cómo es que el artista saca dinero, o en cómo se burla de las instituciones, no puedo concebir al arte así, unido a su procedimiento lineal: “produzco arte”, “expongo arte”, “vendo arte”. ¿Por qué no puedo? Porque al dedicarme a los límites de la concepción de las cosas, a los juegos de la verdad, al dedicarme al discurso y descubrir su estrecha relación con el cuerpo, descubro que mi cuerpo está en juego.

Pero decir que mi trabajo se dedica al cuerpo no es aún un planteamiento completo, a lo largo de todo lo que hago en relación al arte he manifestado un gran interés en el “pasar de las cosas” que es constante e incontenible, en el movimiento. Hay que discernir que esto del poshumanismo, al menos en la manera en que lo abordo, no se decide a eliminar el pasado para pensar en el futuro. Constantemente se piensa una estrecha relación del poshumanismo con el futuro. Mi producción no tiene nada que ver con el futuro del cuerpo, ni con el futuro del arte, ni con el futuro del pensamiento. A mucha gente le sorprendería escuchar que la concepción de seres poshumanos no tiene que ver con el futuro. El futuro también es gramatical. Del futuro lo único que hay son imágenes, imágenes antiguas, pues una vez que se realizan formalmente, son ya resultado de un letargo. La porción que falta para completar y hacer visible al planteamiento de mi producción artística y textual, es el proceso. El arte que hago es procesual, en sentido de que no piensa en el pasado ni en el futuro, si no en como las cosas están sucediendo justo ahora. Justo en estos momentos escriben muchas personas que aún no conocemos, mientras uno asiste a una galería hay gente escribiendo, pensando en como está articulada nuestra manera de entender las cosas y en cómo cambiarla. Me dedico a leer los escritos que algunos filósofos llevaron a cabo antes que yo naciera, esa clase de trabajo se hace entonces a contratiempo, para que mis intereses logren cambiar algo más que sólo mi cuerpo, es preciso empequeñecer ese espacio y cambiarlo por uno que no sea temporal, si no conceptual. Y esa manera de leer esos libros, no es una vuelta al pasado, la imaginación no puede hacernos retroceder en el tiempo, es más bien una forma de entender ese retraso al que estamos sujetos. Para tocar siempre lo que esta sucediendo justo ahora. En éste momento están sucediendo cosas importantes.

He usado la palabra procesualismo, pero no he podido encontrar lo que el procesualismo es, aún no se como llegó a mí, llamo procesualismo a lo que yo hago, por una sencilla razón: da importancia al proceso por sobre todas las cosas. A partir de esa prioridad mi interés sobre el cuerpo cobra sentido, mi cuerpo cobra sentido. Al ubicar qué cosas se oponen a una postura procesual he logrado trazar una forma de trabajar que hace que la crucialidad de los objetos y los textos que presento sea evidente. Soy contrario al dogma, lo que digo sobre el procesualismo es una manera muy personal de comprender y de exponer mi cuerpo y de convertirme en texto, cuando pongo en cuestión al arte esta no está en juego ni corre ningún peligro, el que está en juego soy yo. El riesgo de la escritura es verdaderamente emocionante. Así como cuando digo que al cambiar la noción de cuerpo el cuerpo cambia, no soy el mismo desde que pienso en que proceso y movimiento, son una misma cosa. Lamentablemente no es suficiente concebir una imagen o una declaración, no es tan simple. Para destruir una razón es necesario de otra, es decir, para negar al arte se necesita del arte, de declaraciones de artistas sobre el arte, de objetos de arte, para negarse a la escritura se necesita usar la escritura. Preciso de las dos cosas.

Pero el discurso es más poderoso cuando es verbal, de modo que siempre este trabajo se pondrá en juego a sí mismo en primera instancia. La palabra es inconmensurable, por ello el silencio es una herramienta discursiva poderosa. Llaman silenciar al acto de eliminar al testigo, o al de omitir su discurso, a no dejar huella, porque la huella es documento. En este mundo injusto, un crimen sin pruebas no existe. El arte también es injusto en este sentido. 

El planteamiento procesual se hace específico, también, en el descubrimiento de la acelerada conversión de los objetos del arte en fósiles de lo que ya no es. En la observación del letargo, de que todo descubrimiento es tardío, que el objeto de arte es un corpus delicti, una escena del crimen, y que el artista, cuando uno apenas encuentra su obra, ya se encuentra en otro lado, de que mudamos de piel todos los días. En el movimiento, que es evidente en la imagen de Saturno, sin superficie, formado de un conjunto de gases y masa volátil.  El otro lugar en el que éste planteamiento hace raíz, es en el proceso de las palabras, estas tampoco son tan estables, pero su cualidad cambiante la producimos nosotros mismos a través de ser conscientes de tal posibilidad. Este espacio es tal vez el más importante de todos. Ese flujo, el cambio no es sólo por cambiar, el centro que hay que intervenir es el de los esquemas que habían sido inmunes, como la historia, el capitalismo, la supuesta tradición edípica, por la manera en que constituyen nuestras relaciones y las relaciones de poder, campo que reside en nuestro cuerpo a partir de como afecta nuestra identidad. La imagen redonda de Saturno hecho de polvo, girando, evoca una buena noción de la identidad, ese campo de acción es el que se trabaja sobre los viejos supuestos. Como vemos, son esquemas cimentados en ideas y como tales, es a través del trabajo conceptual que podemos inferir en nuestro lugar en el espacio. La distinción esencial, la que se ha logrado, es que la literatura que trasgrede esos límites los trasgrede porque encuentra cómo están constituidos, por verdades y razones, por palabras, es decir su campo de acción no es la realidad, si no lo que de la realidad se dice. Edificamos sobre las cenizas de lo que del arte se dice. El arte ha estado en cenizas desde hace mucho tiempo. Mi campo de acción no es el museo o la galería, estos pueden ser un medio, más no una finalidad.

Cuerpo y proceso para mi trabajo vienen a ser cosas similares, en ambos conceptos se conjuga ese lugar en el espacio. Mi lugar en el espacio es mi cuerpo, también lo es el arte y la escritura, ver que puedo inferir en las tres cosas por medio del discurso es ya gran hallazgo. Este discurso es mi cuerpo. 

Actuar tiene sus consecuencias, muchas veces se dice que la acción separa la teoría de la praxis, aquí hemos dicho lo contrario, que inferir en las palabras es cambiarlas, que escribir es praxis. Una de esas consecuencias de ser partidario de lo procesual, es el silencio. El silencio es una posibilidad, también es una maldición. El pensamiento procesual viola una de las leyes universales que han sido instituidas con sumo cuidado a través de los tiempos, si uno se resiste ante el domino del documento está condenado al olvido, porque el silencio se opone a las normas de la historia.

El silencio es un estado límite que comparte un lugar privilegiado en los usos drásticos de la palabra, lo comparte con la mentira y con el secreto. Los tres conceptos llevan estrecha relación con el documento, pero hay también en el silencio un espacio para la voluntad y para mi cuerpo de texto, el silencio puede ser una decisión, es esa la clase de silencio de que hablamos. El silencio en primera instancia es un tope, una detención del que habla, un espacio en el acto de hablar: un hueco, es la anulación del documento. El silencio es tomado aquí como el límite de todos los procesos documentales.

El silencio es un estado ejemplar porque irremediablemente es convertido en un emblema de mi planteamiento procesual, un verdadero final, una orilla, una manera de entender que sólo lo actual puede tener presencia. El discurso en ello como sea persistirá, pero su trascendencia no será documental. 


ARTE CONCEPTUAL

Me interesa el problema de la vanguardia en el arte del siglo XX, donde existen aún agrupaciones y movimientos, cuya cumbre llega en los 70s con el pop art y el conceptualismo, con su uso del escrito y el cuestionamiento de la materia.

ESTETICA

La Estética ha sido abandonada y debe ser replanteada, la abordo por medio de la experiencia estética en sí misma, que tiene como motor el deseo, más que por medio de conocer otros escritos sobre estética. Es decir, el gran tema de estos escritos sobre Estética, es el deseo y no la belleza. Así mismo al centrar su atención en el deseo, trata de esclarecer cuan diferente es la manera de entender a un sujeto o lo subjetivo, de una forma más abstracta a cómo lo hace la Psicología Clínica, es decir, de pensar el deseo, sin clínica, eso es entonces pensarlo estéticamente.

POLITICA

La política, desde el pensar. Así de sencillo, la acción de dedicarse a pensar sobre política, es ya una praxis. Esto incluye los problemas que al ser tratados por el pensamiento ordenan, alteran e intervienen el orden de las cosas, como las mismas definiciones lo hacen, cambian su objeto.

PROCESOS

Me interesa trabajar con toda la filosofía sobre el proceso y el cambio de las cosas. Es decir, la que trata sobre el movimiento, que rechaza hasta cierto punto el amor desmedido por lo documental y que concibe la actualidad como el único de los tiempos que existen, con todo lo que eso implica. 


En las artes visuales le han nombrado "procesualismo", pero el término es un poco confuso, se refiere a obras de arte presentadas mediante documentos. 

La intención es más bien cuestionar todo documento.  Algunos dirán que esto tiene que ver con el posmodernismo, pero esa noción de algo "posmoderno" es muy dudosa, el mismo J. François Lyotard lo dice.

POSHUMANISMO

El otro eje temático, la noción de "poshumanismo", prácticamente se forma de los otros temas, es decir, tiene cuestiones estéticas, políticas y filosóficas. Se basa en las cuestiones sobre las nociones de cuerpo y cómo este se oxida, se rediseña y cambia según cambia la noción de cuerpo. También es relacionado a todo sobre la actualidad. Las imágenes míticas del cyborg y el robot. Las nociones de identidad, género. 

Se relaciona con el arte antimateria (así calificaron al arte conceptual o idea art, haciendo referencia y contraste con el antiarte del dadaismo, se le llamó así por concebir un arte que no necesita ser materializado consistete en pensamiento puro), ahí regresamos al principio cerrando el círculo temático y volviendo al arte conceptual que fue el primer eje.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...