Carta tercera

No se por qué escribo esto. Nadie lo sabe con exactitud. Es como un vicio, como una enfermedad.

Dicen que en la Grecia del siglo IV a. C. se inventó la verdad, el concepto de verdad, hoy usamos la palabra verdad con indiferencia, pensamos, a veces, si nos queda algo de tiempo en el día, en la realidad pero rara vez en la verdad.

No se si aún dentro de un rato, pero ahora me interesa, no la realidad, si no la verdad. Escribo ésta carta para decir que no se por qué escribo esto, porque la escritura es documento, pero yo rara vez he admirado que algo sea documentado, entonces creo que hay algunas cosas más, en la escritura, que simplemente lo que se escribe.

Pero todo esto con lo documental, toda esta problemática, no tiene que ver con ninguna noción sobre la mentira o la falsedad de algo, si no con el retardo. Todo lo escrito se lee demasiado tarde. Aún sin saber si lo que uno escribe será leído, uno lo hace incondicionalmente. No tengo idea de lo que sucederá conmigo, pero no tengo razones para no continuar, así que continúno, pensando, siempre en un momento actual y pocas cosas más, sin embargo desde hace un rato en la tarde de hoy, había ya tomado decisión de no salir y de dedicar este par de horas que he pasado ya con ésto, deliberadamente, escribiendo las presentes líneas, que son pocas, pero creo que suficientes.

Muchas veces he preferido escribir que vivir una vida, no para todo hay tiempo, no hay drama en eso, si no deliberación. No creo en el tiempo por que no creo en la certeza. Lo único que considero más o menos cierto, más o menos tangible, es eso que suelen llamar “presente”, y ésto que justo acabo de decir me hace llegar al fin al punto:

La escritura, es una ambigua manifestación que pertenece, más que otras, a la actualidad. Nada le sucede después.
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