LO QUE TIENE QUE DECIRSE: ARTE Y NOCIÓN DE DEBER


Falta un espacio para el “se”. Recientemente he asistido a numerosos seminarios, coloquios y conferencias que van desde temas de arte y mercado del arte, fotografía o políticas culturales, hasta filosofía e historia. Hay un hueco más o menos visible en tales ponencias. Hay falta de objeto. Los temas se encajonan en los problemas internos de las escuelas o instituciones que las organizan (estoy hablando por ejemplo del arte en esta ciudad como una institución).

Voy a escribir esto como si fuese una ponencia, le hablaré a un público invisible, y será en un tono de mi propia conciencia, deberá interpretarse como la voz de mi conciencia hablándole a Manuel Cervantes. No quiero que se entienda como que trato de darles una lección o un consejo, y sin embargo, si les es útil esta voz como lo es para mí, estaré muy satisfecho.

De todos los centros de poder que uno pueda asir, el más importante será un objeto, incluso si deseas obsesionarte con el cuerpo deberás ver tu cuerpo como un objeto, tus escritos como un objeto, tus obras: todo. Pero esta es apenas una mancha de toda la imagen que deseo tengas en mente. Hablamos del arte por ser nuestra profesión y por que de forma fascinante las artes “visuales” son las únicas que cuestionan el estatus ontológico del objeto artístico, pero el arte es poco importante en comparación con infinidad de situaciones de nuestra humanidad, es disfrutable, genial a veces, moriré haciéndolo, pero es la mínima parte. Aquí debo agregar que la potencia de mi trabajo es ni más ni menos que esa especificación, en el hecho de que me importe un pepino el mercado del arte.

No se trata de pasar horas deliberando si eres o no un humanista, filósofo, o lo que sea, sino de entrar en acción con ese objeto, date cuenta que sin ese objeto no hay nada. Hay muchas maneras de nombrar ese objeto o ese algo, alguien me decía que tengo una gran voz narrativa, me importa un pepino la voz narrativa (ya van dos). 

Así de simple: ese algo es “lo que te quita el sueño”, así solía llamarle, lo que te arranca de todo porque es superior a todo. Lo que sólo puede ser detenido con tu defunción siendo a la vez el goce de tu vida. La orilla del mundo. Vas a buscar la orilla del mundo aún sabiendo que recientemente se entiende como redondo, hacia el horizonte siempre. 

Hay algo que tiene que decirse, que es superior a ti y que no podrás contener, ese espacio del “se” es lo único que puede convertirte en artista.

Otra manera de identificar ese centro de poder (centro de discurso) es por sustracción. Lo que más dificilmente podría desaparecer de mi vida, eso es. Si no hay algo de esa vital importancia es de notarse y ninguna técnica, ningún medio o mercado va a darme lo que no poseo. 

Baudelaire decía que ni el opio ni la locura pueden dar al hombre lo que no tiene ya. 


Manuel Cervantes



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