UNA DE TANTAS SOMBRAS (RE-E)





Algunas cosas nos cubren, ese día (esa noche), me cubrió la oscura sombra de una manta negra como una capa de tinta; me cubrió del viento y de las estrellas, de mí mismo, desde afuera hacia adentro y desde dentro… bueno,  ya sabes lo que sigue. 

Inmerso en el sueño me chupó el colchón, no sé si fui humedeciendo la superficie, como cuando cae una gotera sobre una hoja de papel, o si la cama me devoraba lentamente para desaparecer y expandirme en la volubilidad de las ocho horas de la otra vida: vida otra completamente dueña del espacio y la materia, destructora del tiempo, desplegando sus reglas desconocidas del comportamiento. 

Recuerdo sólo una parte. Tenue la luz como en una ciudad sin electricidad, la luna pintaba apenas una sonrisa conspiradora, silente, sexy y natural, todas esas cosas que ya sabemos. Me pregunté si era la luna del sueño o la imagen de aquella, que afuera lucía igual antes de dormir, que se había filtrado en mi memoria. Todo el ambiente es oscuro y sombrío pero la refrescante sensación del clima y el aroma de tierra mojada prevén en este sueño el placer inevitable de esta noche infinita. 

El lugar es casi un pueblo, entre los muros de piedra, monumentos y columnas, hay unas enormes escaleras, tan amplias y largas que tienen muchos descansos, tan grises y frías; sus poros absorben rápido el agua que sólo ha dejado unas manchas. Nubes y lluvia fueron rápido llevadas a otro cielo, a otro sueño menos oscuro, a otra cama.

La gente conversa, vende y compra, come y prende fuegos pequeños a las orillas de la escalinata. Los perros lamen el suelo y los gatos observan algunos pájaros que observan algunas personas.

Recuerdo la frescura, las ligeras estrellas, las sombras disminuidas entre más y más sombras. Algo de humo, pequeñas lumbres y ceniza elevándose en diminutas chispas entrelazando su curso con el de alguna luciérnaga. Rojo y verde al fin jugando en el aire, incandescentes.

El frío no es demasiado pero me invita a tomar la enorme manta y esta invita al viento a silbar, crece tanto el torrente que tengo la sensación de que quiere sustraer de mí la tela y erizo las manos entrelazando sus dobleces con mis dedos, permitiendo que pase el aire entre el negro de la manta y el de mi pelo, esta flota, sobre mi cabeza, y de pronto como si el mismo viento en persona me comprendiera, me sentí estirado (o empujado) cuesta abajo. Sin comprenderlo y sin inferir, de un instante al siguiente no hubo nada que me ligara al piso escalonado, simplemente me asimilé con esa corriente como si al mismo tiempo me apurara a llegar a algún lado y por otra parte a abandonar y a soltar aquello que hay bajo mis pies, un escalón, la tierra toda, la cama. Al desaparecer la sensación de tropezar y caer, sentí aumentar la velocidad paulatinamente, corriendo hacia abajo por la gran escalinata y esquivando puestos, personas y fogatas sin posibilidad de detenerme, sin deseo de que mis pulmones dejaran de aspirar mientras el viento cruzaba por mis fosas nasales y pelo, dejando en mis oídos restos de conversaciones y gestos de extrañamiento e inquietud de la gente, intimidados por esta mancha rodante o tal vez sólo escamados por el revoloteo de los pájaros al pasar, aunque hubo también algunas sonrisas.

Escalones uno tras el otro grisáceos reflejaban la luminosidad que les era posible, parecían interminables y la gente escaseaba más y más. Brincaba cada tanto y alcanzaba a tocar algún árbol, o tal vez estos en su intento de acariciar las yemas de mis dedos no hacían más que rasgar la húmeda piel que seguía su curso en libertad absoluta.

El campo de visión disminuía a pesar de la amplia abertura de mis párpados. Una fina niebla que se hacía más densa y fresca impedía que la bajada se revelara en su totalidad; me di cuenta que todo podía aún ser mucho más oscuro, tenue, lejano y esquivo. Al internarme en esa nube y tal como la cama me había absorbido, me devoraba también la niebla, y yo me introducía ahora, cada vez más y más para ver lo que me devoraría después, impaciente, convertido en una de tantas sombras.









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