EL ARTE, ILUSIÓN EXACERBADA



Lo que sigue es una parte del escrito de Jean Baurillard que aparece bajo dicho nombre junto a otros ensayos como "El complot del arte" e "Ilusión y desilusión Estéticas", el año de 1997. Lo he tomado por que la pintura es compleja e irresuelta y como bibliografía esencial del actual trabajo crítico de este blog.
M.C.


Si existe hoy una gran dificultad para hablar de la pintura, es porque existe una gran dificultad para verla. Pues la mayoría de las veces ella no quiere exactamente ser mirada, sino absorbida visualmente, y circular sin dejar rastros. 

La pintura sería, en cierto modo, la forma estética simplificada del intercambio imposible. Tanto es así, que el discurso que mejor podría dar cuenta de ella sería aquel en el cual no hay nada que decir. El equivalente de un objeto que no es un objeto. 

Pero un objeto que no es un objeto no es justamente nada, es un objeto que no cesa de obsesionar con su inmanencia, con su presencia vacía e inmaterial. Todo el problema reside en materializar esta nada en los confines de la nada, trazar la filigrana del vacío en los confines del vacío, jugar según las reglas misteriosas de la indiferencia en los confines de la indiferencia.

El arte nunca es el reflejo mecánico de las condiciones positivas o negativas del mundo: es su ilusión exacerbada, su espejo hiperbólico. En un mundo consagrado a la indiferencia, el arte no puede más que acrecentarla. Girar alrededor del vacío de la imagen, del objeto que ya no lo es. De este modo, el cine de autores como Wenders, Jarmush, Antonioni, Altman, Godard, Warhol, explora por medio de la imagen la insignificancia del mundo; estos autores contribuyen con sus imágenes a la insignificancia del mundo, incrementan su ilusión real, o hiperreal. En cambio, un cine como el de los últimos Scorsese, Greenaway, etc., no hace más que llenar el vacío de la imagen en forma de maquinación barroca y high-tech, con una agitación frenética y ecléctica, aumentando así nuestra desilusión imaginaria. Igual que esos Simulacionistas de Nueva York que, hipostasiando el simulacro, no hacen más que hipostasiar la pintura como simulacro, como máquina enfrentada consigo misma.

En muchos casos (Bad Painting, New Painting, instalaciones y performances), la pintura se reniega, se parodia, se vomita a sí misma. Deyecciones plastificadas, vitrificadas, congeladas.
Gestión de desechos, inmortalización de desechos. Ya no existe siquiera la posibilidad de una mirada: aquello ya ni siquiera suscita una mirada porque, simplemente, ya no nos concierne. 

Si ya no nos concierne, nos deja completamente in diferentes. Y esa pintura se ha vuelto, en efecto, completamente indiferente a ella misma como pintura, como arte, como ilusión más poderosa que lo real. Ya no cree en su propia ilusión y cae en la simulación de sí misma y en lo grotesco.

Jean Baudrillard, 1997.


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