Cuan complicado es, dirás, que siendo opuestos, cuando a lo tautológico conjuntas el desarrollo de la técnica sucede lo que la filosofía más ama: una relación con el infinito. No dudo que todo se haya movido cuando leas esto, todo se mueve justo ahora, pero al menos hoy, al menos para unos cuantos esa separación ha sido inevitable, la confianza se ha perdido y el sentimiento es mutuo, los científicos no confiarían jamás en un mecanismo tautológico, ensimismado, porque está fuera de sus reglas. Nosotros no confiamos, no hoy, en la fantasía del avance.
Esto se pone interesante, entonces ¿En qué consiste la belleza de esa palabra? (el avante, la vanguardia) la pregunta lo ha dicho, el tema central es la consistencia, quienes simpatizan de su belleza, se dedican a hablar de la consistencia del cuerpo, de la consistencia de las palabras, de la consistencia de nuestra naturaleza artificial o discursiva, pero todo ello, sin separar los objetos, sin asumir objetos verídicos que no consten de esas pequeñas narrativas suficientemente evidentes. Sin duda que ambas versiones se encontrarán en la tela del juicio, escazas reglas de un juego antigüo son lo único que comparten, el resto de ambos pertenece a codigos distintos que de hecho no podrían confrontarse. La versión de esta dichosa vanguardia consiste en que el documento ha encarnado un inmenso poder que la ciencia le ha conferido (con la palabra documento me refiero, también, a identidad), y que sin embargo, aunque la ciencia siembre multiplicidad de pruebas, en base al mismo sistema elemental del juicio sabemos que dichas no son elemento suficiente, no al menos para asumir muchas de las cosas que hoy se dan por hecho, eso, claro, es inaceptable y ridículo, porque la ciencia había venido a dedicarse a lo visible, a lo evidente, ¿Qué sería de ellos si se dedicasen al vértigo de lo invisible, a las palabras?. Posees un grandioso derecho fundamental, derecho que nos une, el de desconfiar, pero seguramente, si algo has de creer cuando leas esto, es que muchas de las cosas que la ciencia, hoy que escribo, afirma, hoy que lees la ciencia misma las desmiente. Esa es una pequeña narrativa.
Esto se pone interesante, entonces ¿En qué consiste la belleza de esa palabra? (el avante, la vanguardia) la pregunta lo ha dicho, el tema central es la consistencia, quienes simpatizan de su belleza, se dedican a hablar de la consistencia del cuerpo, de la consistencia de las palabras, de la consistencia de nuestra naturaleza artificial o discursiva, pero todo ello, sin separar los objetos, sin asumir objetos verídicos que no consten de esas pequeñas narrativas suficientemente evidentes. Sin duda que ambas versiones se encontrarán en la tela del juicio, escazas reglas de un juego antigüo son lo único que comparten, el resto de ambos pertenece a codigos distintos que de hecho no podrían confrontarse. La versión de esta dichosa vanguardia consiste en que el documento ha encarnado un inmenso poder que la ciencia le ha conferido (con la palabra documento me refiero, también, a identidad), y que sin embargo, aunque la ciencia siembre multiplicidad de pruebas, en base al mismo sistema elemental del juicio sabemos que dichas no son elemento suficiente, no al menos para asumir muchas de las cosas que hoy se dan por hecho, eso, claro, es inaceptable y ridículo, porque la ciencia había venido a dedicarse a lo visible, a lo evidente, ¿Qué sería de ellos si se dedicasen al vértigo de lo invisible, a las palabras?. Posees un grandioso derecho fundamental, derecho que nos une, el de desconfiar, pero seguramente, si algo has de creer cuando leas esto, es que muchas de las cosas que la ciencia, hoy que escribo, afirma, hoy que lees la ciencia misma las desmiente. Esa es una pequeña narrativa.
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