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R. U. R.

Carel Kapek: ROBOTS UNIVERSALES ROSSUM

En el mes de Abril de 1923 Los hermanos Karel y Joseph Capek adaptaron al teatro una obra suya “R.U.R”, Robots Universales Rossum. Trata de una joven, Elena, que llega a una compañía donde se fabrican robots para trabajo. El Director de la fabrica le brinda una visita guiada, le dice que en unos morteros se prepara pasta para hacer el hígado, el cerebro y otros órganos, que hay una fábrica de huesos y también un telar mecánico donde se tejen los nervios y músculos para pasar a una línea de ensamblaje, luego a un horno de secado y un depósito donde trabajan los nuevos productos. Elena se queda sorprendida al ver que los nuevos robots salen inmediatamente a la fábrica donde han sido construidos para fabricar más robots.

Esta historia que pareciera común es el primer texto donde se usa la palabra robot para designar a unos humanoides mecanizados. He traído esta historia para pensar algunas consideraciones sobre eso que llaman poshumanismo, para pensar qué tan arraigado es ese mito del autómata, androide, cyborg, con la estructura tanto biológica como discursiva del cuerpo humano.


MAQUINA


Estrellas que “ya no existen”, la fantasía y la naturaleza como cosas empalmadas y como cosas distintas. Polvo estelar, rocas y gases ahí donde nosotros todavía vemos estrellas. En ese frágil encuentro se basa nuestro conocimiento, en ello se basa la razón: la fantasía en contraste con el movimiento, la impresión de lo que ya no es. El documento y el objeto. En ello se basa también nuestra desconfianza.


La idea sobre un dispositivo que pudiera poner en movimiento las máquinas sin utilizar ni la fuerza muscular de los hombres y los animales, ni la fuerza del viento y del agua cayente, surgió por primera vez, por lo que se sabe, en India en el siglo XII. Sin embargo, el interés práctico hacia ella apareció en las ciudades medievales de Europa en el siglo XIII”[1].

La proposición más radical del procesualismo sería entonces que objeto no hay, sino proceso. En Heráclito estaba ya esta observación –“todo fluye y nada prevalece” “nadie se baña dos veces en el mismo río” “en éste río estamos y no estamos”[2]-, es a partir de Platón y Aristóteles que se forma un planteamiento sobre una estática, la escencia, la sustancia. Tal proceso se palpa en un corpus que de hecho es cambiante, hablamos del cuerpo por que aún en el desconocimiento de nuestro interior físico, es nuestro objeto inmediato, nuestro estatus. En su continuidad ningún objeto se delimita lo suficiente, pero lleva consigo un corpus que fluye con ello y es ello mismo. Nuestro cuerpo ha servido siempre como modelo para diseñar la imagen de la máquina.
El día de la máquina será ese en que se supere el deseo por hacer la máquina a nuestra imagen.

(FRAGMENTOS DE "MOVIMIENTO PERPETUO", Manuel Cervantes 2007)

[1]                V.M. Brodiansky, Móvil Perpetuo antes y ahora, México, Editorial MIR, 1990.
[2]              Rodolfo Mondolfo, Heráclito, Texos y problemas de su interpretación, Buenos Aires, Siglo XXI, 1966, pp. 192-204.

BAUDRILLARD Y LA PRODUCCIÓN

"El sexo se había liberado de la reproducción, hoy es la reproducción la que se ha liberado del sexo"   Jean Baudrillard


Es lo que suelo llamar Producción

LEJOS DEL CUERPO

Se ha hablado mucho sobre simulacros desde hace algunos años, de hecho se ha hablado demasiado, es tiempo de hablar de la producción. Partimos con una pregunta muy sencilla, que es sexualmente irrelevante, pero crucial filosóficamente, desde éste momento será esa la separación que nos ocupe: ¿Cómo es que la pornografía es producción?


Hace algún tiempo, pensando en la escritura y en sus autores decidí hacer la afirmación sumamente riesgosa de que la escritura es producción, que no es la mitad de algo que se ha partido en dos para reunirse de nuevo, hay una enorme distancia entre un acto de escritura y una lectura, hay cosas que nunca serán leídas por alguien más que su autor. Quiero sumar hoy a esa concepción de la producción, al porno. Las imágenes y los sonidos de la pornografía no son simulación, y esto no debe parecer extraño, el sexo y el porno se dedican a cosas distintas. Estamos en medio de una separación, cada momento las ciencias biológicas endurecen más nuestra noción de cuerpo, y aún así un conjunto de cosas se consolidan con un espacio distinto, exento de esa dureza, es por cierto un espacio estético. Para la biología somos máquinas que se reproducen, trozos de carne. El objeto pornográfico no tiene sentido biológicamente porque no está dirigido al cuerpo.

Claramente no deseo hablar de lo obsceno, ni de lo privado, ni de lo perverso, ésta idea de la producción nos lleva a uno de los lugares donde se define la imagen de lo poshumano, que de hecho no existe más que como una imagen de lo posible, como algo que se construye todos los días. El futuro no existe, del futuro sólo hay imágenes. Como sea, la noción de lo poshumano no es si no la transformación de la concepción del cuerpo, y naturalmente que el porno ocupa un lugar importante en ese espacio por que es la abstracción del cuerpo. La tecnología natural del sexo materializada en la forma y el color del durazno, en el rubor de los pómulos, había ya llevado el sexo a otro lugar, más allá de la reproducción, lugar del deseo y el placer, todavía soy víctima de la fantasía y la apariencia, aún soy víctima de la seducción, pero algo diferente ha sucedido cuando todo ese proceso no lleva a la formación de un nuevo ser humano, ahí lo único que nace es diferencia y claro, placer, deseo.


Pero eso en cuanto al sexo. En ese mismo camino el porno se encuentra todavía más lejos de la reproducción, es producto del encuentro entre unas imágenes y una mirada, pero nunca entre dos cuerpos, recuerda que si tomo un café contigo nos sentamos de frente, cruzamos la vista, en cambio en el cine permanecemos el uno al lado del otro, la mirada es así. Lo que hace del porno un objeto abstracto que forma parte de lo que prevalece a la materia, de las nuevas biologías, es su enorme lejanía con la reproducción de la especie. ¿Y qué curioso, como pudo llegar hasta ahí el sexo? Tan lejos. El cuerpo entero pende de un hilo, y sin embargo el porno prevalece. Es pura producción.

DONNA HARAWAY, "GÉNERO"


En México estamos en la década de las leyes, cuando era pequeño no pasaron muchas cosas. Pueda ser que en otro momento hable a detalle de eso. Básicamente se trata de: reformas políticas (o de lo que se conoce comúnmente por política, las elecciones), otra muy importante es la de las comunicaciones que ya se calmó, la que anda en polémica, la de la aprobación de matrimonios entre personas del mismo sexo y la más importante, la del aborto.

Las dos últimas se relacionan a cuestiones sobre poshumanismo. La cuestión de los matrimonios, bueno, no es de tanta relevancia, la menciono porque es inevitable referencia al contexto, no es tan delicada como la del aborto.


Vamos a rastrear un poco los verdaderos problemas del género:

Carta cuarta

No es que nosotros a veces parezcamos máquinas, el ser humano erigió máquinas a su imagen y semejanza como cuerpos complejos que requieren de cada uno de sus órganos. Cundo se concibió el golem, cuando Carel Kapek uso la palabra “robota”, designando así a unos humanoides autómatas, la noción de síntesis era desconocida, había sido muy ambiguamente tratada por la alquimia.

¿Qué es la síntesis? Es una reorganización o una producción completa, es la desmantelación de los códigos de una sustancia que es presentada en abstracto, o bien, para producirla de nuevo en base a su configuración al fin descubierta. Al fin abierta.

El golem, el robot, el mismo cyborg, son, todas, imágenes míticas que preceden a la síntesis, ésta, es la reinvención de la naturaleza. El proyecto del cyborg parecía dedicarse a asimilar un humanoide, un cuerpo humano lo más parecido a este. Pero no hay nada más parecido a un humano que otro. Entonces todo se trató del código, la clave, la llave. El clon humano es el humano sintético, el humano idéntico. La revuelta de la producción. Esta es una diferencia crucial entre sintético y artificial: toda síntesis de obtiene artificialmente, pero no todo artificio es síntesis.

Ahora, lo curioso, lo profundo, es que la imagen de cyborg no desaparecerá, entrará en esa multiplicidad de imágenes. Pero es más curiosa esa obsesión de la ciencia por alcanzar algo que ya no es, que no es si no ahora, y ahora siempre. El científico es como una caricatura de un Isaac Assimov que concibió un J.L. Borges en un sueño.

Carta tercera

No se por qué escribo esto. Nadie lo sabe con exactitud. Es como un vicio, como una enfermedad.

Dicen que en la Grecia del siglo IV a. C. se inventó la verdad, el concepto de verdad, hoy usamos la palabra verdad con indiferencia, pensamos, a veces, si nos queda algo de tiempo en el día, en la realidad pero rara vez en la verdad.

No se si aún dentro de un rato, pero ahora me interesa, no la realidad, si no la verdad. Escribo ésta carta para decir que no se por qué escribo esto, porque la escritura es documento, pero yo rara vez he admirado que algo sea documentado, entonces creo que hay algunas cosas más, en la escritura, que simplemente lo que se escribe.

Pero todo esto con lo documental, toda esta problemática, no tiene que ver con ninguna noción sobre la mentira o la falsedad de algo, si no con el retardo. Todo lo escrito se lee demasiado tarde. Aún sin saber si lo que uno escribe será leído, uno lo hace incondicionalmente. No tengo idea de lo que sucederá conmigo, pero no tengo razones para no continuar, así que continúno, pensando, siempre en un momento actual y pocas cosas más, sin embargo desde hace un rato en la tarde de hoy, había ya tomado decisión de no salir y de dedicar este par de horas que he pasado ya con ésto, deliberadamente, escribiendo las presentes líneas, que son pocas, pero creo que suficientes.

Muchas veces he preferido escribir que vivir una vida, no para todo hay tiempo, no hay drama en eso, si no deliberación. No creo en el tiempo por que no creo en la certeza. Lo único que considero más o menos cierto, más o menos tangible, es eso que suelen llamar “presente”, y ésto que justo acabo de decir me hace llegar al fin al punto:

La escritura, es una ambigua manifestación que pertenece, más que otras, a la actualidad. Nada le sucede después.

Carta primera Parte I

Vivimos en una época en la que los discursos se desbordan sobre nosotros, nosotros mismos nos volcamos dentro de las palabras, me resta siempre de dichos instantes el recuerdo voraz de esa intensa relación pasional. Yo, hoy siento una enorme emoción al escuchar la palabra vanguardia, siento cómo el gran vacío que le ha venido acompañado desde hace un rato, se empieza a llenar gota a gota, por unas gentes que se son casi invisibles entre sí, y que sin embargo coinciden eventualmente por obra del discurso que no cesa de moverse, entonces recuerdo la profunda verdad que encierra la expresión “no hay coincidencia en el discurso”. Tengo un conjunto de necesidades elementales, no todas muy nítidas, una de ellas consiste en retornar al vértigo vivaz de lo que esa maravillosa palabra constituye, en su entramado verdadero, en su médula. ¿Entonces esto es siempre sobre cuestiones medulares?: Absolutamente. Esa sería por supuesto una deliciosa definición de densidad, cuando uno posee escasas cosas más que su propia relación con los discursos y con las ideas, es esa la densidad de la que el propio cuerpo consta, la densidad de las cuestiones medulares, siempre riesgosas, pendiendo de hilos delgados. Como sea, hasta la telaraña más resistente consta de hilos finísimos, me he dado a veces el lujo de nombrarle trama a ese tejido, como el nudo de cualquier narrativa, esa densidad es nuestra trama, ese despertar lentísimo y múltiple es perfectamente evocado por la expresión “algo se trama”. No se cómo son las cosas hoy que lees, pero hoy, tratamos, algunas gentes, de jugar con fuego entrometiéndonos en esa trama pesada, el tejido de lo que constituye cualquier clase de relación discursiva, es decir, de tu cuerpo con tus palabras, de como tu cuerpo se mueve con las palabras del otro, le suelen llamar la tela del juicio.

Carta primera Parte II

En estos momentos, incluso la noción de lo que es un combustible, ya ha cambiado, esto a qué va, a que ya se ha aceptado en diferentes espacios por diversos motivos, que somos máquinas, y ese movimiento es un retorno, ya que que como sabrás, eso que llamamos máquinas, el artífice, está hecho a nuestra imagen y semejanza. El combustible reactor que sostiene a todo aquél que se ha internado en la tremenda búsqueda de esa hermosa palabra (vanguardia), es obviamente, otro concepto que maravillosamente han llamado sospecha. El síntoma primero de ese nuevo momento, momento que no es otra cosa que la entrada a un espacio diferente, es la intranquilidad que produce un momento de sospecha, no sabemos aún en este tiempo el punto exacto en que las luces se prenden y los cables se conectan para que la sospecha reaccione y el motor de nuestra pasión por todo eso que no esta claro se encienda, pero produce un movimiento ineludible. Pero hemos retornado, eso lo se, a una extraña y novedosa concepción de confianza recién entramada. Confío en la imagen de una pequeña narrativa inspirada en un juicio lógico que los científicos, como siempre, considerarían una verdad absoluta, "cualquier movimiento nos lleva a algún lado". Estas pequeñas fórmulas aún podemos usarlas, por evidencia a veces, a veces por lujo, siendo en este caso las variables "cualquier" o "algún", cuya opreacion se constituye por la palabra movimiento. Tal operación no es otra cosa que una flecha, cuyo rumbo se va tejiendo, justo ahora, en muchos lugares a la vez, la inmensa mayoría de ellos, los ignoro aún. Es necesario aclarar esta clase de relacion que tenemos con las cosas y con esas operaciones, porque son escasas las fórmulas como estas, realmente evidentes, ya que el procedimiento que seguimos no encierra, o encierra muy poco del concepto progreso, que es precisamente la médula espinal de la ciencia, finalmente nos hemos separado, y es una manera amable de decir que hay un odio terrible entre nosotros, entre avance y tautología.  sucede lo mismo con el concepto vanguardia. 

Carta primera Parte III

Cuan complicado es, dirás, que siendo opuestos, cuando a lo tautológico conjuntas el desarrollo de la técnica sucede lo que la filosofía más ama: una relación con el infinito. No dudo que todo se haya movido cuando leas esto, todo se mueve justo ahora, pero al menos hoy, al menos para unos cuantos esa separación ha sido inevitable, la confianza se ha perdido y el sentimiento es mutuo, los científicos no confiarían jamás en un mecanismo tautológico, ensimismado, porque está fuera de sus reglas. Nosotros no confiamos, no hoy, en la fantasía del avance. 


Esto se pone interesante, entonces ¿En qué consiste la belleza de esa palabra? (el avante, la vanguardia) la pregunta lo ha dicho, el tema central es la consistencia, quienes simpatizan de su belleza, se dedican a hablar de la consistencia del cuerpo, de la consistencia de las palabras, de la consistencia de nuestra naturaleza artificial o discursiva, pero todo ello, sin separar los objetos, sin asumir objetos verídicos que no consten de esas pequeñas narrativas suficientemente evidentes. Sin duda que ambas versiones se encontrarán en la tela del juicio, escazas reglas de un juego antigüo son lo único que comparten, el resto de ambos pertenece a codigos distintos que de hecho no podrían confrontarse. La versión de esta dichosa vanguardia consiste en que el documento ha encarnado un inmenso poder que la ciencia le ha conferido (con la palabra documento me refiero, también, a identidad), y que sin embargo, aunque la ciencia siembre multiplicidad de pruebas, en base al mismo sistema elemental del juicio sabemos que dichas no son elemento suficiente, no al menos para asumir muchas de las cosas que hoy se dan por hecho, eso, claro, es inaceptable y ridículo, porque la ciencia había venido a dedicarse a lo visible, a lo evidente, ¿Qué sería de ellos si se dedicasen al vértigo de lo invisible, a las palabras?. Posees un grandioso derecho fundamental, derecho que nos une, el de desconfiar, pero seguramente, si algo has de creer cuando leas esto, es que muchas de las cosas que la ciencia, hoy que escribo, afirma, hoy que lees la ciencia misma las desmiente. Esa es una pequeña narrativa.

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