(Encontré este viejo escrito debe ser del 2004)
Me aborda, cariñosamente un sueño, me toca. Me traga. Y me pasa como cuando traga uno una pastilla reseca sin líquido. Es el sueño recurrente que me ata a la superficie de la cama. Es el sueño del sueño, que no relata ni describe otra cosa que el sueño mismo. Donde estoy ya despierto sin poder despertar, en el mismo cuarto a oscuras, acostado, arrancado de la superficie y puesto de pie pero aún soñando. La verdad del sueño.
Primer parpadeo: Hay en el sueño un desprendimiento de la narrativa, de la historia, el sueño me desprende del tiempo, el ensueño me dice que el tiempo no existe. El despertar es el abandono de si encima del corazón venenoso de las cosas, donde el tiempo me hace pedazos aunque no exista.
Segundo parpadeo: El sueño y la pesadilla me pertenecen y me dominan, me seducen, tratan de abrazarme y no soltarme nunca. Sueño y pesadilla roban mi atención y cruzan acá donde supongo estar solo para entrometerse en mis asuntos. Devoran mis asuntos.
Tercer parpadeo: La pérdida de nitidez. Despierto ahora y el sueño no está pero lo real no es una superficie nítida, eventualmente comienzo a desear el regreso voluntario adentro. Una vez más el ensueño me recuerda que no es una historia, que no concluye y yo deseo ahora obligarme a llevarla a cabo.
Cuarto parpadeo: He perdido el hilo de mi sueño y de mi rutina, el desvelo deja de producirme un exceso de cansancio y es ahora mi superficie, por la tarde en cambio, el calor me adormece y duermo incómodamente en un sillón o en el suelo fresco, mis tiempos se han invertido. Cuando despierto es demasiado tarde y tengo la impresión de que amanecerá pronto pero son las 11:00pm, y así pasan los días caminando en la noche.
Quinto parpadeo: He perdido sincronía con los demás. Paso el tiempo solo, a oscuras, escribiendo y recordando mis sueños.
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