LAS NUEVAS DEFINICIONES

En 1891 el pintor Paul Signac publica un texto de apenas cuatro párrafos titulado Arte y Anarquismo, en una publicación nombrada La Rèvolte en el que dice que “cuando el ojo sea educado, el pueblo verá en los cuadros otras cosas que el tema"[1]. Signac afirma que hay en la pintura algo que es más amplio y más importante que el tema representado, más importante que el paisaje o el personaje del retrato. Qué sería esa cosa más relevante sino el arte en sí. Es el anuncio de la abstracción.
Puntualmente con el inicio del siglo XX los pintores tienen esta sensación de algo que no es el estilo, ni la estética, ni los colores, muy pronto varios movimientos pictóricos empiezan a ver la pintura en la pintura, es decir, no la imagen representada, sino la plasta de pintura en sí, la superficie del cuadro, la mecánica del trazo. El arte abstracto invade las mentes de los artistas plásticos más aventurados, les resulta imponente la idea que producir imágenes sin referente, comenzando así el juego entre presentación y representación, que luego será la gran duda sobre qué es realmente el arte.
El mejor ejemplo de esa vía subyacente que suele pasar desapercibida (la discusión de lo que implica que el artista plástico escriba), es un escrito titulado “Notas de un pintor” del cual veremos enseguida unos fragmentos:
"Un pintor que se dirige al público, no para presentarle sus obras, sino para revelarle alguna de sus ideas sobre el arte de pintar, se expone a numerosos peligros.
En primer lugar, como soy consciente de que muchas personas se complacen en contemplar la pintura como algo dependiente de la literatura y en exigir que se exprese no las ideas generales que convienen a sus medios, sino aquellas otras específicamente literarias, temo que se acepte sin el suficiente asombro el que el pintor se arriesgue a inmiscuirse en el dominio del hombre de letras;"[2]   
Este extraordinario texto fue elaborado por Henri Matisse y ha pasado casi completamente desapercibido para los estudios de las vanguardias, al menos en el sentido que lo abordaremos aquí. Lo esencial de esas líneas es la idea de peligro, está haciendo la separación que va a ser necesaria para entender la mismidad del arte y se da cuenta de que esa escisión entre el cuadro y lo que se dice del cuadro, entre cuadro y arte sólo la puede plantear desde el dominio del hombre de letras, el pensamiento verbal. “Notas de un pintor” fue escrito por Matisse en 1908, un año antes que el primer manifiesto futurista, no tiene el tono anti artista, pero al indagar minuciosamente los planteamientos del arte conceptual de años posteriores resulta tan fresco, tan claro. 



[1]    Ángel González García, et ál., Escritos de arte de vanguardia 1900/1945, 1a. ed., Madrid, Ediciones Istmo, 1999, p 36.
[2]    Ibíd., p.45.


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