A veces me pregunto si no será infinitamente más sencillo dedicarme a pintar, trabajar en una agencia de publicidad o dedicarme a hacer playeras con imágenes cliché de arte. La respuesta casi siempre es que sí, pero cómo me sentiría con eso, esa es una cuestión más dura.
Los fanáticos del goce romántico verían en esa imposibilidad mía un delicioso mérito, yo les diría, si les dirigiera unas palabras, que "se trata de mierda también".
Cuando recuerdo cómo diantres llegué a "este sitio", lo que sea que signifique estar ahora escribiendo a oscuras iluminando el teclado con una hoja de papel que rebota la luz del monitor, sostenida por mi boca sedienta, algo me dice que dedicarme a otra cosa (incluso a ser un poeta típico estudiante de letras) implicaría una sensibilidad que ya no poseo.
Sólo poseo esto, esta hoja, el texto real, que puedo masticar, el papel escrito que puedo tragar.
Mi respuesta a todas esa dudas que me erigen diario, 24/7 es que si pudiera ser más racional, sin titubear lo sería. Quisiera ser texto.
Texto, ya no siquiera una performance, y si como artista visual (maldición que ha caído sobre mí), tuviera que compartir una imagen para ser tomado en serio, sería una que contenga la pureza de la idea, una como esta:
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