Unos fotógrafos hablaban de su trabajo personal en una conferencia. Decidí lanzarles la pregunta fuerte, la más verdadera e intensa. ¿Qué hay en el trabajo de todos ustedes que sea lugar común? ¿Qué es la fotografía?
Contestaron con evasivas malinterpretando mi pregunta como un juicio, citaron a Barthes como si lo hubiese referenciado yo, en fin, siendo que esas cuestiones sobre la instantánea me parece quedan muy cortas ante lo que puede ser la fotografía.
En la segunda conferencia que fue ayer, ese juicio ficticio que pusieron en mi voz, lo validaron los nuevos ponentes, ¿De qué se trata entonces? Esto quiere decir que no hay unidad en su discurso, que son pequeños discursos divididos en las subjetividades y que es muy cómodo no tratar de hablar más que de circunstancias de los proyectos pero nunca de la fotografía.
Como decimos sonrientemente entre amigos: no va por ahí.
No es posible responder esa pregunta de buenas a primeras, sobre todo si nunca me la he planteado. Pero no podemos acobardarnos ante algo de tal magnitud.
Desde hace tiempo he pensado que la fotografía es inabordable discursivamente. Ese había sido mi juicio. Pero esa misma situación de magnífica complejidad, hoy me parece seductora.
El hecho de que se hable de todo menos de su naturaleza fundamental me parece cada vez más tentador ¿Por qué? ¿Qué les falta? ¿Cuándo van a afrontar algo? Me doy cuenta que el arte se vuelve de pronto muy cómodo; expresiones como “todo puede ser arte” o “el arte significa lo que usted quiera” resultan prodigiosas ante las masas y cuando a alguien siquiera se le ocurre que NO, no todo puede ser arte, le miran con mucho cuidado y le toman por elitista. No es un asunto de élites, en esencia es un asunto de pensar, de darle a cada cosa un sitio que le corresponde.
Por otro lado ¿Por qué le pueden gustar a uno tantas cosas que van a contracorriente?
¿Qué hay en el desafío?
Repentinamente todo parece tan claro: no escribo por escribir sino por el desafío.
Imaginen un tornado: cónico, terrible, intenso, frívolo, demasiado juguetón. Bien, algo así sucede con mis ideas en este momento y necesito que se calmen las olas, ahora sólo veo espuma chocando en las rocas, pero en cuanto pueda darle un respiro a esto, tendrá que partir, mi sugestión o sugerencia sobre la foto como arte, desde dos puntos de arranque que luego se irán alterando:
El primero
La fotografía es inabordable discursivamente. Sólo puede abordarla la mirada de un modo no verbal. Tiene que ver con lo no decible.
El segundo
Hay un concepto que llamo el “abismo de sentido”. La imagen es un abismo de sentido, no como un hoyo negro, no, sino como el mar abisal. La imagen es profunda como el mar.
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